RUBÉN DARÍO
Rubén Darío estaba llamado a revolucionar
rítmicamente el verso castellano, pero también a poblar el mundo literario de
nuevas fantasías, de ilusorios cisnes, de inevitables celajes, de canguros y
tigres de bengala conviviendo en el mismo paisaje imposible. Trajo a un idioma
que estaba en tiempos de decadencia el influjo revitalizador americano y los
modelos parnasianos y simbolistas franceses, abriéndolo a un léxico rico y
extraño, a una nueva flexibilidad y musicalidad en el verso y la prosa, e
introdujo temas y motivos universales, exóticos y autóctonos, que excitaban la
imaginación y la facultad de analogías.
LECONTE DE LISLE
De las eternas musas
el reino soberano
recorres bajo un
soplo de eterna inspiración,
como un rajah
soberbio que en su elefante indiano
por sus dominios pasa
de rudo viento al son.
Tú tienes en tu canto
como ecos de Oceano;
se ve en tu poesía la
selva y el león;
salvaje luz irradia
la lira que en tu mano
derrama su sonora,
robusta vibración.
Tú del fakir conoces
secretos y avatares;
a tu alma dio el
Oriente misterios seculares,
visiones legendarias
y espíritu oriental.
Tu verso está nutrido
con savia de la tierra;
fulgor de Ramayanas
tu viva estrofa encierra,
y cantas en la lengua
del bosque colosal.
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